viernes, 4 de marzo de 2016

Se arranca,
despacio.
Se estrella,
se ablanda,
se pudre,
despacio.
Ni el viento
ni el árbol
ni el paso
cansado
parecen notarlo.
Otro más,
como tantos,
otro fruto,
aplastado.
Y la calle
que no espera
que no siente
le oficia de cama.
Y es cama
y es techo
para tantos
para otros
frutos sin lecho.