Se arranca,
despacio.
Se estrella,
se ablanda,
se pudre,
despacio.
Ni el viento
ni el árbol
ni el paso
cansado
parecen notarlo.
Otro más,
como tantos,
otro fruto,
aplastado.
Y la calle
que no espera
que no siente
le oficia de cama.
Y es cama
y es techo
para tantos
para otros
frutos sin lecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario